Hace algunas semanas durante una presentación de excelentes vinos de un mismo territorio quedé muy sorprendido por dos de ellos. El nivel general apuntaba muy alto, era difícil discernir matices porque todos ellos eran vinos con personalidad, con distintas orientaciones, maduraciones, la mayoría con crianzas en madera e incluso vendimias con dos o tres semanas de diferencia a pesar de la cercanía física de los viñedos. Tenían en común todos ellos suelos similares, variedades y elaboraciones muy cuidadas y artesanales, pero yo no le quitaba la vista a los dos mencionados “especímenes”.
Caté los más de 80 vinos que allí se encontraban y una vez acabé, volví a acercarme para recatar y cerciorarme de que lo que había encontrado horas antes allí seguía. Y sí, seguían estando en todo su esplendor, aromáticos, complejos y delicados. Pero lo que realmente los distinguía era su boca, una boca plena, con mucha finura, magia y un frescor integrado en un conjunto preciso y con la fuerza de un viñedo que auguraba ser muy anciano, de muy bajo rendimiento, y en un paraje que yo imaginaba estar trabajado durante generaciones. No me equivoqué mucho.
Sandra Doix se ha establecido en la bodega original de Mas Doix en Poboleda, donde desarrolló gran parte de su carrera profesional. Maneja 5 ha de la familia plantadas con cariñena, garnacha tinta, garnacha blanca, macabeo y pedro ximénez. Labra la tierra con mulas y considera que la poda es uno de los secretos para el arte de hacer vino. Utiliza barrica pequeña con tostados medios y busca extracciones lentas.
Popul es su vino con más producción y MarLa es la joya de la corona en versión garnacha 2020 (una joya) y cariñena Paratge Les Salanques 2020. Espectacular también es su MarLa blanc Peculiar 2022 de una pequeña viña de pedro ximénez.
Seguiremos muy atentos a la evolución.