Hoy alzo la copa por ti.
Han sido muchos años en contacto en nuestras dos ciudades.
A pesar de tener tu tiempo milimetrado siempre encontrabas un momento para escuchar a quien lo necesitaba. Siempre me preguntaba quien te escucharía a ti, y hoy en tu último día en esta vida, he encontrado la respuesta.
Me gustaba que confiases en mí y me llamases cuando necesitabas elegir un vino.
Siempre después de que hablásemos encontraba sosiego, conocimiento, nuevas metas e ilusiones.
Hoy levanto mi copa por ti con un vino tinto, con mucha fruta negra, con fondo a violetas, de tierras pobres y de raíces muy profundas. Con terciarios a cueros finos de Loewe como alguien dijo, y un final de boca tan persistente que no podré olvidar mientras viva, como a ti.
Hasta siempre Ángel.